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martes, 1 de septiembre de 2015

Explotando lo explorado II

Primeros de septiembre, el verano va pasando y con ello las temperaturas no son tan duras. Decidimos hacer una salida en plan familiar a la misma zona donde algunos días antes ya las había estado cebando con boilies y semillas. El poco espacio y las pocas zonas que nos ofrecía el puesto nos hizo decidir por usar tan solo tres cañas.



Como siempre monté el equipo y las posturas meticulosamente, las zonas que tenía sondeadas y cebadas eran un poco variadas.
 Por una parte tenía una postura cerca de unos nenúfares, en una playa de arena con profundidad cercana a los dos metros.
Otra en una zona mas profunda, cerca de los cuatro metros, con fondo de graba y cercano a un árbol sumergido.
La tercera postura la tenía en una poza con fondo de graba, a la sobra de una encina, donde en una sesión anterior ya las tuve con un comizo de buen porte.

Con todo preparado tocaba descansar un poquito.


La tarde pasaba con pocas picadas, pero con buenos momentos, en buena compañía, y en un lugar privilegiado.


La tarde pasaba y por el cebadero se veía bastante movimiento, pero de momento, solo algún pequeño carpin le daba toquecitos a las posturas como si estuviese jugando con los boilies.
Había momentos en que las tres posturas estaban siendo atacadas por algún tipo de animal, ya que por esta zona es muy abundante el galápago leproso y el cangrejo rojo americano, capaces de hacer estragos en los cebaderos.
Pude asegurarme que había bastantes galápagos ya que se los veía tomando el sol en las piedras de la orilla de enfrente, y también porque por desgracia a un pobre galapago se le quedó enganchado el anzuelo en el caparazón. No hubo daños pero seguro se llevó un buen susto.




Sobre las once de la noche una carpita que no llegaría ni al kilo de peso, consiguió tragarse un boilie de 30mm. Posiblemente la bola estaría desgastada tras hora y media aguantando mordiscos de cangrejos y galápagos. Pequeña pero nos hizo ilusión, ya que era la primera carpa que pescaba mi primo en su vida, enhorabuena jaja.


La cosa se ponía interesante, ahora las alarmas sonaban diferente, ya no eran toquecitos sino pequeños tirones donde se notaba que se desplazaba unos centímetros el plomo.




De repente y unos veinte minutos después de la última picada, por fín la alarma empezó a sonar como loca, no sería el pez de mi vida pero en una zona donde apenas conocía, siempre ilusiona, el peso no me importaba.


Entonces pasó algo que a ninguno de los que estábamos se nos olvidará en la vida. A menos de quince metros, pasó sigilosa la increíble silueta negra de un búho real, con la luna casi llena lo pudimos apreciar perfectamente, nos quedamos como de piedra durante unos segundos antes de poder reaccionar y asimilar lo que habíamos visto. Para el recuerdo quedará.
Después de eso poco movimiento, algún tironcito a las bolas de vez en cuando pero ninguna clavó. Tengo que decir que tampoco les apetecía la cola de cangrejo ni el alburno. La noche pasó tranquila.

Y la mañana también empezaba tranquila, antes de que saliera el sol, llegó Gus con provisiones y ganas de sacar algún bonito ejemplar. Colocamos las posturas en sus zonas, y les cebamos un poquito con algún pellets y boilies.



Las carpas estaban entrando de nuevo en el cebadero, empezaron las pequeñas con pequeños toquecitos, hasta que de repente la caña que tenía con la postura en la poza, a la sombra de la encina, arrancó con una carrera de las de libro. Primero un ligero bip...seguido de un bip,bip... que parece como si la carpa intentase zafarse de algo molesto, y a continuación un biiiiiiiiiiiip.... y empezar a salir sedal del carrete como desesperado. Gus fue el encargado de trabajar al pescao, era el que mas mono tenía y se lo merecía. Se notaba que no era un carpín mientras nos mostraba la fuerza que puede llegar a tener un animal de río de seis kilos.


Con esto me conformaba para saber que había peces de buen porte y posiblemente bastante mayores. La situación se merecía una foto familiar, hasta la perra Rumba sabía que había que mirar a cámara.


La mañana pasaba entretenida entre picada y picada, después de alguna carpita de pequeño porte estuvimos a punto de conseguir sacar otro bonito ejemplar, que un poco mas afortunado, consiguió meterse entre los nenúfares y desanzuelarse como si nada.


Ya entrada un poco la tarde y antes de empezar a recoger, otra picada de lo que parecía una buena carpa, la picada fue bastante agresiva, no tardé demasiado en llegar y clavar, pero la rabia con la que sacaba sedal me hizo tener que aflojar el freno del carrete.
 Sabía que la zona estaba llena de obstáculos e intentaba forzar todo lo que podía, pero fue imposible impedir que el sedal rozara inevitablemente con un tronco y rompiera. Menos mal que tengo el bajo de línea preparado para roturas y el pez no se queda con el plomo colgando.

Antes de dar por terminado el día, una pequeña carpa royal quiso hacer acto de presencia, y como me pare una preciosidad la hice una foto para el recuerdo.


Muchos buenos momentos y recuerdos se quedan para los anhelos. Un abrazo gente.

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