Cuando llegué a la orilla me parecía que el día estaba perfecto, no hacía nada de aire ni excesivo fresco. Tenía buenas expectativas, se que por esta zona hay buenos lucietes y empecé probando con señuelos bastante grandes.
La mañana pasaba tranquila sin ninguna picada, tras probar las zonas con mas profundidad y sin saber muy bien que hacer, decidí caminar hacia una zona donde había chorreras con bastante caudal.
Parecía que los peces no estaban muy activos y sobre las dos de la tarde tocaba reponer fuerzas.
La tarde acompañaba, por eso mismo decidí continuar andando y pasarme por un tramo del río donde había entradas de arroyos a una tabla con unos cuatro metros de profundidad.
La entrada del arroyo en una recula me parecía una zona perfecta para que un luciete estuviera posado en el fondo esperando algún pececillo despistado. Antes de aproximarme conseguí clavar un lapicero de algo mas de dos cuartas. Bueno no está mal, pensé. Pero no tenía ni idea de lo que me esperaba.
Si había alguien vigilando esa entrada de agua, pero no era un esox lucius...
Pero no iba a ser tan fácil, el también se debió sorprender con mi cabezón porque arrancó una carrera de esas que no se le olvidan a uno en la vida. Increíble la fuerza que tenía y lo que costó poder acercarle, menos mal que tenía vadeador y me pude meter unos metros en el agua.
Una lástima que estas cosas siempre pasen cuando vas solo y no pude hacer unas buenas fotografías, tampoco quería tenerla mucho tiempo fuera del agua y lo hice todo deprisa y corriendo. Pero las pocas imágenes que tengo me valen para mantener el recuerdo de una bonita tarde de febrero.
